No todos nuestros inventos funcionan a la perfección (Hermione Granger) [2º Generación]

Era un día lluvioso como todos los días de invierno. Llovía y llovía, las ventanas del castillo se empañaban debido al calor que hacía aquí.
Corrí escaleras abajo, buscando a mi segunda mitad, que no encontré por ningún lado. ¿Donde se habría metido? eso era un misterio, pero estaba convencido de que aparecería en mitad de la nada, haciendo alguna de sus bromas, involucrándome a mí como lo hacía siempre.

Y así pasó, mi hermano apareció de la nada, trayendo consigo un artefacto un tanto extraño que no sabía muy bien para que funcionaba, daba un poco de miedo, pero, era Fred Weasley, tenía que probarlo. -Vamos George, probemos ese cacharro raro que has fabricado-

Y fue dicho y hecho. Corrimos hacía el patio, yo era el que lo manejaba y mi hermano era el que daba las ordenes alejado de aquel chisme. Y evidentemente, no podía salir peor. El cohete salió desviado impactando en la ventana de Macgonagall, y yo...bueno me quemé toda la cara.

-Mira George, ahora parezco un deshollinador...- Conteste en tono de risa, pero mi hermano me miraba más serio, nunca lo había visto así, su mirada era más dura.

Acto seguido caí redondo al suelo, lo último que recordé fue un sabor amargo y rojo. Color sangre.

Recuerdos borrosos me vinieron a la mente en forma de extraña danza. Recuerdos de mi infancia, recuerdos de las bromas que gastaba junto a la otra parte de mí... Dos chicos pelirrojos corrían separándose en direcciones opuestas y una mujer pelirroja corría con cepillo en mano tras nosotros, era mamá.

Me desperté en una fría cama, poco a poco fuí abriendo los ojos ¿Donde estaba? Eso mismo quería saber. Una chica castaña con el pelo rizado estaba sentada a los pies de mi cama, y su rostro era de seriedad al igual que el de mi hermano. La chica se llamaba Hermione Granger.

-Hermi ¿Donde diablos estoy? ¿Qué ha pasado?- Pregunté con una sonrisa en la cara.