Eramos pocos y parío la abuela (James, Jack, Arya/libre) [3º Generación]

Me dirigía a toda prisa a la enfermería con James detrás de mí levitando. Esto era como la ley de Murphy, Si algo puede salir mal, saldrá mal. Y si además puede empeorar, lo hará. Algo así estaba sucediendo. James seguía inconsciente, y aunque había intentado cerrar la herida de la cabeza sin mucho éxito la sangre aún emanaba dejando pequeñas gotas en el suelo, temblaba de vez en cuando y estaba frío como el marmol.

Corrí escaleras abajo, y entré en la enfermería, odiaba que James estuviera así por un duelo. Mi interior se rompia verlo así, tan... tan moribundo. Su color se había apagado, pero su sonrisa seguía en su cara dibujada. -¡Señora Pomfrey ayudeme! ¡Tenemos un serio problema!- Abrí las puertas y entré hecha un basilisco, poniendo en una cama al lado de la ventana a James.
La enfermera no tardó mucho en acudir debido a los gritos que pegaba. -Calmese señorita Parkinson- Me decía una y otra vez, pero yo no podía calmarme, la vida de James corría peligro. -No diga que me calme Pomfrey porque no puedo hacerlo- Contesté ahogando un grito de impotencia que me gustaría haberlo lanzado hace mucho tiempo.

La enfermera seguía haciendo caso omiso a mis comentarios, y seguía a lo suyo cerrando la fea herida de la cabeza de James. Había perdido mucha sangre, eso era cierto. Me senté al lado de su cama, acariciando con ternura su rostro, estaba tán pálido y tan frío que no parecía él. -¡Saldrás de esta Potter, me lo debes...!- Y golpeé la pared con tanta fuerza e impetú que algunas cosas retumbaron.

Pomfrey ya se marchaba a su cuarto, le tomé por el brazo. -¿Pero a donde va? ¿No ve que todavía no ha despertado? Necesita su ayuda- Y ella como siempre, me puso los brazos sobre mis hombros y como hacía siempre utilizaba palabras tranquilizadoras. -No se preocupe señorita Parkison, el señorito Potter no corre peligro, si es verdad que ha perdido mucha sangre, pero gracias a tu sangre fría no ha muerto, el señorito Potter tendrá que sentirte orgulloso de tenerte como amiga, descansa, en cuanto menos te lo esperes lo tendrás despierto-

Sonreí, "Si yo le dijera lo que somos..." me decía a mi misma mentalmente. Seguía acariciando aquel cabello tan negro, mientras que algunas lágrimas brotaron.

Esta noche no podía dormir, no sabía porque, me costaba dormir. Me cansaba de dar vueltas y más vueltas en la cama, por lo que decidí salir a tomar el aire. Sabía a ciencia cierta que a estas horas estaba prohibido, pero tenía que tomar el aire. Caminé cabizbaja, hasta que me tope de bruces con gotas de sangre, eran recientes, me llevé una a la nariz, y gracias a mi buen olfato de animago supe a ciencia cierta de quien se trataba. Un nudo se me formó en el estomago, era James quien estaba en peligro. Corrí quería llegar lo antes posible por lo que lo más sensato era transformarse en lobo siguiendo el rastro de la sangre que me llevó a la enfermería. Y allí ví una escena que no me gusto para nada. James tumbado en una cama y la slyterin a su lado.

Me abalance sobre la serpiente volviendome humana en mi salto. -¡TÚ! POR TU CULPA JAMES ESTÁ DE ESA MANERA! COMO NO ABRA LOS OJOS TE JURO QUE TE MATO!- pero en ese momento aparecío Pomfrey. -Lo siento por el escandalo pero es verdad como no despierte me la cargo- Y me acerqué la cama de James, y comencé a quitar la sangre que estaba en su cara. Estaba realmente mal, y pálido. Pero Pomfrey estaba allí para dar ánimos, y de no haber sido por ella ahora mismo me estaría abalanzando sobre la Slytherin.

Decidí calmarme por el bien de todos, eso si la varita la tenía en mano por si las moscas, pero ella era mayor que yo, de poco le iba a servir. Aún así la tenía en la mano preparada para usarla en cualquier momento. Pero la enfermera apareció, -guarde la varita señorita Liberty, está en una enfermería no en el salón de duelos...- No tenía ganas de reprocharle. Me centré en James, seguí limpiandole la sangre del rostro.

No me gustaba que me mandaran a dormir tan pronto, yo era de aquellas personas que le encantaba trasnochar, acostarse tarde para ver el firmamento. Y esta noche no iba a ser diferente. Caminé por los jardines, solitarios tan solo estaban algún que otro prefecto pero no me resulto muy difícil librarme de ellos. Decidí que ya era la hora de meter las narices en algún sitio que no conociera del castillo, pero a medida que avanzaba dirección al tercer piso las voces que se escuchaban desde el segundo piso se hacían más y más altas. Algo grave estaba pasando en la enfermería.

Abrí las puertas delicadamente y lo que allí ví no me gustó nada, primero James en la cama, Katherine a su lado y Arya encima suyo gritandole. Corrí para separarlas, de lo contrario estaba convencido de que tendríamos otra tragedia esta noche. -¿Qué ha pasado aquí?- Mi tono de voz se puso más serio de lo normal, ver en una camilla a un amigo que para mí era como mi hermano era cuanto menos duro.

Cogí a la pequeña de los tres en brazos, intentando tranquilizarla, sabía a ciencia cierta que James era demasiado importante para ella. -No te preocupes pequeña, James se pondrá bien, tiene que seguir repartiendo estopa a todo el mundo, además de meterse en fregaos que solo él sabe salir...- Le sonreí, sin dejar de mirar con cara de pocos amigos a la Slytherin, no me fiaba de ella por mucho que James dijera lo contrario, pero si lo había traido aquí tal cual nos había explicado Pomfrey no era tan mala como la dibujaban y más aún si tenía el llanto reflejado en el rostro, ella no podía haberle causado todo esto. Y si fuera así fingía estupendamente. Tan solo tendríamos que esperar a que James se despertara.